El cine británico clásico es uno de los legados más importantes de la isla de Albión a la humanidad. Entre principios de los años 30 y finales de los 60, bajo los cielos encapotados de Gran Bretaña, se rodaron algunas de las mejores películas de la historia del cine, así como otros muchos títulos entrañables que, sin ser considerados obras maestras, llenaron de encanto las pantallas o los televisores donde se proyectaron. El propósito de este blog cultural es rendir homenaje a ese maravilloso cine rodado en los estudios London Films, British-Lion, Ealing, Pinewood o Elstree, por citar solo algunos de aquellos lugares míticos, y revivir la emoción que nos transmitieron con sus interpretaciones actores y actrices tan extraordinarios como Laurence Olivier, John Mills, Alec Guinness, Peter Sellers, Dirk Bogarde, Margaret Rutherford, Stanley Holloway, Kay Kendall o Kenneth More. Todos ellos, y otros muchos, desfilarán por estas páginas conmemorativas como estrellas invitadas al son de los acordes de Georges Auric, Richard Addinsell o William Walton. La tetera ya está hirviendo. Se van apagando las luces mientras se enciende el proyector de los recuerdos. Es hora de celebrar un breve encuentro con el cine británico de siempre. Celuloide a las 5 en punto. Of course!




domingo, 5 de marzo de 2017

Two-way stretch (La extraña prisión de Huntleigh, 1960)


This way, please

La extraña prisión de Huntleigh es tan extraña que no parece una cárcel. De hecho, la primera escena de esta película dirigida por Robert Day y distribuida por British Lion Films comienza con un repartidor de comestibles haciendo subir una cesta repleta de productos por una cuerda hasta una ventana de la prisión.
Estamos en la Inglaterra de los primeros años 60, y los ocupantes de la celda en cuestión son ni más ni menos que Peter Sellers (Dodger), Bernard Cribbins (Lennie) y David Lodge (Jelly), además de un felino. Estos tres reclusos viven como auténticos reyes, beben el mejor té negro de toda la cárcel y hasta leen las noticias de la Bolsa en el periódico. Y es que el director de la prisión, un hombre bondadoso aficionado a la jardinería (interpretado por el característico Maurice Denham), gestiona la institución penal como si fuera su propio jardín, tratando a los presos con dignidad y dándoles la oportunidad de florecer como seres humanos desempeñando diferentes oficios. Incluso hace la vista gorda cuando estos le sustraen sus puros cada vez que les convoca a su despacho para una de sus charlas habituales.





Lo que este buen hombre ignora es que Sellers y compañía están tejiendo un “hilo de dos direcciones” (Two-way stretch, el título original de la película) y, aunque le den coba por un lado, están planeando simultáneamente el robo perfecto. Un miembro de la banda disfrazado de sacerdote, Soapy Stevens (el Sopitas, en el doblaje castellano), al que encarna el elegante Wilfrid Hyde-White, es su conexión exterior y parte integrante de su coartada, ya que Dodger y su banda pretenden apoderarse de unos valiosos diamantes que van a ser transportados en un furgón y volver a la prisión antes de que les echen de menos.
Todo parece ir a la perfección hasta que le llega la hora de la jubilación al oficial de vigilantes, quien es sustituido por un viejo conocido de la banda, interpretado por el genial Lionel Jeffries. Si el antiguo oficial de reclusos merendaba con ellos en los términos más amistosos y les sacaba a pasear al gato, el sádico Crout (a quien apodan Sour, el Amargado) no les quita ojo de encima, les obliga a hacer ejercicios gimnásticos y, por si fuera poco, intenta volver a poner en vigor los trabajos forzosos. Afortunadamente, estamos en el terreno de la comedia británica, y el argumento tomará varios giros hilarantes antes de conducirnos a ese final que el lector puede descubrir viendo esta película recomendada para todos los amantes de la sonrisa.


Música a las 5 en punto

La estupenda banda sonora de Ken Jones, de la que ofrecemos un extracto a continuación, marca el tono desenfadado y gamberro de esta divertidísima comedia carcelaria.