El cine británico clásico es uno de los legados más importantes de la isla de Albión a la humanidad. Entre principios de los años 30 y finales de los 60, bajo los cielos encapotados de Gran Bretaña, se rodaron algunas de las mejores películas de la historia del cine, así como otros muchos títulos entrañables que, sin ser considerados obras maestras, llenaron de encanto las pantallas o los televisores donde se proyectaron. El propósito de este blog cultural es rendir homenaje a ese maravilloso cine rodado en los estudios London Films, British-Lion, Ealing, Pinewood o Elstree, por citar solo algunos de aquellos lugares míticos, y revivir la emoción que nos transmitieron con sus interpretaciones actores y actrices tan extraordinarios como Laurence Olivier, John Mills, Alec Guinness, Peter Sellers, Dirk Bogarde, Margaret Rutherford, Stanley Holloway, Kay Kendall o Kenneth More. Todos ellos, y otros muchos, desfilarán por estas páginas conmemorativas como estrellas invitadas al son de los acordes de Georges Auric, Richard Addinsell o William Walton. La tetera ya está hirviendo. Se van apagando las luces mientras se enciende el proyector de los recuerdos. Es hora de celebrar un breve encuentro con el cine británico de siempre. Celuloide a las 5 en punto. Of course!




martes, 3 de diciembre de 2019

The Admirable Crichton (El admirable Crichton, 1957)


¿Qué hace un mayordomo vestido pulcramente de etiqueta en una playa de los Mares del Sur? ¿Y qué hacía, pocos minutos antes, ataviado con un llamativo traje de plumas y a punto de contraer matrimonio con una joven heredera? Para contestar a estas preguntas, tenemos que retroceder en el tiempo hasta 1905 y situarnos en la elegante mansión de Lord Loam, un aristócrata inglés que sostiene que todos los hombres son iguales y, para probarlo, organiza una recepción donde presenta a la servidumbre a sus escandalizados homólogos. Pero los miembros de la alta sociedad londinense no son los únicos ultrajados ante semejante confraternización. El eficiente mayordomo Crichton, sobre quien recae el peso de mantener el buen funcionamiento de la casa, también se siente horrorizado ante las extravagantes ideas de su patrón. Y es que Crichton (al que da vida el simpático Kenneth More, uno de los actores británicos más populares de los años 50), hijo de un mayordomo y de una doncella, no concibe una situación profesional más afortunada que “poder servir en un arrogante hogar ingles de alta alcurnia donde cada cual sepa el sitio que le corresponde” y se muestra todavía más clasista que sus superiores.



Cecil Parker
El experimento social de Lord Henry Loam (interpretado por Cecil Parker) se ve cortado de raíz al recibir la llamada de la policía, indicándole que una de sus hijas ha sido detenida por participar en una protesta sufragista. Para mitigar el escándalo, el omnisciente mayordomo propone una larga travesía en barco que, lejos de solucionar el problema, acabará por cambiar drásticamente la vida de todos los implicados. Estas son las premisas de El admirable Crichton, estupenda sátira dirigida por Lewis Gilbert en 1957 a partir de la obra homónima de J.M. Barrie, el famoso autor de Peter Pan. Ni que decir tiene que el barco donde navega la familia Foam, los dos pretendientes de las hijas menores, el mayordomo Crichton y la “marmitona” Tweeny, una cockney de lenguaje vulgar y corazón de oro empleada en la cocina, naufragará a causa de una tormenta. Tras conseguir arribar a una isla desierta, el sistema jerárquico establecido en Inglaterra se verá profundamente alterado. En un hábitat salvaje donde solo uno de los náufragos (¿adivinan quién?) es capaz de hacer fuego, encontrar comida y dar cobijo a los demás, solo es cuestión de tiempo el que termine por convertirse en el líder del grupo. 
Esto es precisamente lo que le ocurre al discreto Crichton, a quien tras desdeñar inicialmente en un arrebato de orgullo aristocrático, los náufragos de clase alta, acostumbrados a que se les entregue todo en bandeja de plata, pronto empiezan a llamar el Gobernador (o coloquialmente, el Gober). Pero el ex mayordomo no es vengativo con quienes trataron de humillarle cuando les exigió que colaborasen al bien general de la isla ni se dedica a ejercer su autoridad de modo altivo, sino que consigue transformar a unos seres inútiles, arrogantes y despóticos en mejores personas, capaces de ganarse el sustento con su trabajo en equipo. Hasta la soberbia hija mayor, Lady Mary (Sally Ann Howes), se metamorfosea en una entusiasta Diana cazadora y ve materializado su deseo de entablar una relación sentimental con Crichton, proyecto impensable en su calidad anterior de sirviente de la familia.


Sally Ann Howes
La isla deviene así el patio de recreo de unos personajes que, tras pasar tres años de aislamiento de la sociedad, no tienen ninguna prisa por regresar a la “civilización”. Una especie de “Isla de Nunca Jamás” (al fin y al cabo, se trata de una obra de Barrie) en la que no les falta de nada (si acaso, un paseo nocturno por Piccadilly Circus o por el Embankment iluminado, como confiesa uno de los personajes), se sienten totalmente realizados con una vida sencilla y donde un respetado miembro del Parlamento no tiene inconveniente en limpiar los aposentos del Gobernador (su antiguo mayordomo) ni en ayudar a pelar patatas a Eliza (encarnada por la actriz australiana Diane Cilento), la antigua pinche de cocina. Nadie como los ingleses para reírse con elegancia de sus propias excentricidades, y valga como muestra esta brillante farsa rodada en los Shepperton Studios y en escenarios naturales de las Bermudas.


Música a las 5 en punto






Humor a las 5 en punto


–¿Qué hace usted aquí, Crichton? Debería ir en el bote de la servidumbre.
–¿Quiere que me vuelva a tirar al mar, milord?
–No, Crichton. No será necesario.